MI CUARTO A ESPADAS
AL DESASTRE ANDINO.
Hoy os ofrezco un matiz inédito y
personal de una historia traída a la actualidad por mor del séptimo arte.
En las navidades del 72 hicimos
lo que es el viaje de mi vida.
Fuimos a Santiago de Chile donde estaban mis cuñados, desde Ponce, Puerto Rico, donde vivíamos con nuestra
hija, entonces de dos años, y ejercíamos de profesores en la Universidad
Católica de Puerto Rico.
En aquel viaje hicimos escala en
Bogotá, Lima, Santiago, Buenos Aires, Montevideo, Río y Caracas ¡Felicidad
total!
Donde estuvimos más días fue en
Santiago de Chile con nuestros parientes.
Circulaban rumores de que habían
encontrado a unos supervivientes uruguayos de un accidente de aviación en los
Andes. Y especulaban mucho acerca de cómo habrían podido sobrevivir tanto
tiempo en ese desierto helado tras haber terminado con los escasos víveres correspondientes a un mero viaje...Y público chileno empezó a olerse la tostada...cada uno a su modo...y el modo del obispo de Santiago
era, como le correspondía, muy místico, porque se decía que había hablado de la
"comunión de los santos"...
Con el paso de los días se fue
perfilando el desenlace y cuando viajábamos a Buenos Aires ya era del dominio
público lo que había pasado.
Montamos en el avión, que no nos
conducía directamente a Buenos Aires, sino que hacía escala en Montevideo. Y en
los asientos justamente de delante de nosotros tres, noté que había un cierto
batiburrillo.
Yo "nunca me entero de
nada" y mi chica "siempre se entera de todo", pero en aquella
ocasión fue al revés porque a ella le pasó desapercibido lo que allí estaba
ocurriendo...
"¡Oye!" le dije, "¡Que
este tío es uno de los que se perdieron en los Andes!"
Y efectivamente, prestamos oído
porque se trataba de Fernando, el que se había topado con un campesino que iba
en un carro y a partir de entonces se produjo el salvamento.
Con él viajaba su hermana
¡guapísima! que de haber ido a la excursión seguro que hubiera sido la primera
merendada.
Hablaban con el sobrecargo que le
hacía a Fernando una entrevista para la revista "RONDA", que era la
revista de a bordo de IBERIA.
El sobrecargo, morbosamente,
estaba interesadísimo en el "tema de la alimentación" y no preguntaba
directamente, sino dando rodeos:
"-Pero ¿el momento más difícil...?
¡El frío! respondía Fernando, hacía
un frío horroroso y nos cubríamos con el tejido aislante que arrancamos de las paredes
del avión...
Ya, ya, ya! pero me refiero al aspecto más crítico, más...
¡La luz! Cegadora que nos impedía ver, y arrancamos de las paredes del
avión unos plásticos con una ranura que nos permitió hacer una especie de gafas
con la que pudimos valernos...
Pero el tío no soltaba prenda,
porque pensaba publicar un libro o no sé qué...
Mientras se había engullido uno
de los copiosos e indigestos desayunos, de la época, de IBERIA y se pidió un segundo
desayuno, que era un claro indicio de que tenía un hambre atroz. En vista de lo cual y teniendo en cuenta la afición adquirida por aquellos supervivientes le dije a mi chica:
¡¡¡Echa la niña patrás questijobuta se la va a comer!!!
Luego llegamos a Buenos Aires.
Días más tarde a Montevideo. Y luego a Rio de Janeiro. Como por entonces yo
estaba muy interesado en la prensa humorística, porque yo publicaba chistes en
Hermano Lobo, compré una revista humorística que creo que aún conservo ¡pero en
el trastero! O sea ¡en el seno de la nada! Y sobre el tema que estamos tratando
traía un dibujo con un texto: "Y tú, que eres vegetariano ¡cómete la flora intestinal!